8 de abril de 2006





Presentación del libro "Tu silencio en voces"
en el Salón Mudejar del Palacio de Mondragón


Isabel de Rueda, Delegado de Cultura y Francisco Carrasco

 





ISABEL DE RUEDA

Nace en Jerez de la Frontera, en 1962.
Ha cursado estudios de filosofía y actualmente de filología hispánica a través de la UNED.
Publicaciones:
“Al viento” “De la memoria encajada” “Tocada por la arcilla”
Ha sido primer premio en diferentes certámenes poéticos; Manuel Barbadillo 2001 (Sanlúcar de Barrameda); Isabel Ovín 2002 (Carmona); y Rincón de la Victoria 2003.
Tambien ha obtenido premios como finalista en el Victoria Kent (Algeciras 2000); Voces del Chamamé 2003 (Oviedo); y en el de Pilar Paz Pasamar 2004 (Jerez de la Frontera).
Ha colaborado con diversos organismos, tanto públicos como privados, dando lectura poéticas, como en la fundación Caballero Bonald, Centro Andaluz de las letras, Centro Andaluz de flamenco, tertulia El Arenal, tertulia El Ermitaño, Consejo Regulador del Vino etc.

Si quieres conectar con la autora, puedes hacerlo a:
E-mail: isacelt@hotmail.com




Portada del libro

El silencio afanado de la vocación es la voz que nos sorprende de este poetisa que tras el lento camino de la lectura y la llamada irresistible de la escritura ha ido forjando un bello estilo poético, íntimo y sensible, con notables técnica estilísticas sobre estrofas polimétricas, sin duda aprendidas desde la fórmula autodidáctica.

Conocí a Isabel en un entorno completamente ajeno a la poesía. Fue en un encuentro musical de esos denominados folkies en la siempre bella Plasencia, donde desembocan los tres grandes valles cacereños de la Vera , el Jerte y el Ambroz. Allí, lejos de su tierra jerezana, y con los sonidos de las raíces por medio, raíces de dentro y fuera, se acercó a conocerme con toda su timidez, pues yo había ido para hacer mi programa de RNE en directo y hasta allí se fue ella, con su José María, como gran aficionada a las músicas tradicionales, las que arrancan de la cultura popular y de las entrañas de la tierra, como su poesía. Allí me apercibí de su gran pasión por el verso y allí me fascinó el lenguaje de su sonrisa y la gran expresividad de sus ojos.

Poco a poco fui conociendo sus versos y penetrando en su espacio con algún poema regalado, otro recitado, otro enseñado … tanto en Madrid como en su jerez de la Frontera , hasta que llegó a mis manos este Tu silencio en vocees, que ya de entrada, sugiere el poso incontenible, del torrente poético en la misma contradicción humana: callar o desgarrarse los labios. La voz del silencio que grita ser descubierto a través de sus resortes que son hermosas y distinguidas palabras: “Robémosle al tiempo este silencio y juntos escuchemos el sonido …” del poema “Detente” o “No quiero esa palabra … Duérmela donde yo no la vea, átala …” de “ La Innombrada ””.

Entusiasta del verso libre, a menudo, en sus estrofas polimétricas sin rima, aparecen alternados metros normativos, sobre todo repta y endecasílabos. El soneto que dedica al libro y que comienza “Son sus alas de tinta mi codicia” es de una belleza y delicadeza incontenible.

Y continúo deslizándome entre sus versos a lo largo del enorme silencio que guarda su arquitectura poética (voz), antes de ser arrojada sobre el blanco (silencio), de una cuartilla paciente:

“Ser esfinge silenciosa y no sentir la vida” (Ser o no ser”)

“ … mas allá de una pluma temblando tinta …” (Palabras que me lleven”).

La relación del poeta con la palabra es de amor y rechazo, contradicción sin temores, la necesidad de salir a su encuentro, de poseerla y llenarse de ella hasta mancharse.

Gracias Isabel por tu lucha con la palabra, por tu amorosa dedicación, por mostrar esa valencia de la que sólo pueden gozar los apasionados, de ese afán por la virtud poética que nos muestras en ese compendio de espejos tuyos y de cualquiera que es Tu silencio en voces.

  Iñaki Peña






Epitafio a Don Quijote

Si triste es morir, más triste
es vivir vencido de cordura.
Vencido siendo apenas isla,
apenas nube.

Morir
y no vivir trenzado,
maniatado casi
por la gélida y oscura sombra
del entendimiento.

 

Mañana no me digas

Mañana no me digas;
dime hoy, que el sol está encendido.
Hoy que estreno una palabra
deleite y gozo de tu oído.

Mañana ¡No!
Que hoy se abre grato mi silencio
y clama y pide hablar contigo.


Isabel De Rueda


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