QUISE SABER…

Ronda, Ronda…

Ciudad con bellos monumentos.
Columnas y capiteles
Hablan algo de tí,
De otras épocas
En las que
La piedra y el mármol
Eran modelados
Por manos sensibles de rondeños.

Suave música,
Que en conjunción
Con el aroma de tus bosques,
Hablan de la conciencia
Que no se extingue.

Quise saber…
Y pregunté.

En uno de los pliegues
De tus montañas, una caracola marina
Me habló de ti.
Supe de los siglos
En que celoso de tu belleza,
El mar
Guardaba tus tesoros
Y los escondía
A los ojos de los hombres.

Quise saber…

Y al amanecer,
Entregué mi cuerpo desnudo
A tus arroyos y ríos
Para bucear
Más pura en tu pureza.
Y en las puestas de sol,
Pude sentir
Como te dejabas acariciar
Por sus rayos
Y finalmente,
En los últimos destellos
De la despedida,
Te entregabas confiada
Y entrabas en el mundo de las sombras
Esperando volver a ser rescatada
Al amanecer.

Quise saber…

Y por las noches,
Deslumbrada por el
Guiño de tu cielo
Cuajado de estrellas,
Acepté bailar con ellas
Una danza cósmica,
En la que la luz
Jugaba a esconderse
Y a dejarse descubrir
Veladamente
Para no romper
El hechizo
Del encuentro.

Quise saber…

Y me adentré
En tus calles y plazas,
Donde
Una sombra
Se acerca al caer la tarde,
Cuando ya
Todo es
Pretendido silencio.
Sentí en mis venas y arterias
El fluir
De otras tardes
De otros tiempos
Y viví
Al unísono contigo
El milagro de nuestra continúa transformación.

Quise saber…

Y subí a las altas cumbres
De tus montañas
Atraída por los misterios
Con los que cautivas a las caminantes
Y embaucada por las leyendas
Que de ti se cuentan.

Desde la cima,
Pude sentir el dulce palpitar del valle.
Y viendo los pueblos a lo lejos,
Comprendí que su vida en ellos
Es como un cuento inventado por
Los hombres para no vivir la
Grandeza del Silencio
En lo más Alto.

¿De donde extrajiste
Tanta belleza,
Ronda?

Muchas generaciones
Han servido de abono
A tus tierras.
Existió el intercambio perfecto,
Roto a veces
Por cuerpos
Sepultados en ti
Antes de su maduración.

Triste
Ha sido a veces la cosecha,
Triste y vacía.
Pero tú,
Sacas savia de un éter luminoso
Que te ayuda
En la tarea
De seguir luciendo
Tu imperturbable belleza.

Fue torpeza ponerte nombre,
Pues la belleza
No debe etiquetarse.

Un error más de los humanos
Fue
El querer encerrar
Tu inequívoca presencia
En consonantes
Que han ido rodando
Y deteriorándose
De siglo en siglo,
De boca en boca…

Ronda, Ronda….

Quise cantar
A la ciudad
Que enseñoreas y luces,
Pero tú,
Me cautivaste
Desde tus profundidades
Y mi parte enamorada
Quiso encontrarte
En los mundos subterráneos
De donde emerges
Y hundirse allí contigo
Para siempre…

Ana Segura

VIDA DEL SILENCIO

Como en otoño
caen las hojas
como en primavera, creces
en ningún lugar floreces.

Nunca hablas,
nadie te escucha
eres un boceto
de la vida del silencio.

Amarga soledad
quieto, es la verdad
no puedes irte
aguantas el aire que llega.

tristeza y soledad
en algún lugar
esperas la tempestad

Como en otoño
caen las hojas
como en primavera creces
pero en ningún lugar floreces.

Carlos Garcia Salas

Te espero a las siete.
¿dónde?,
ponte muy guapo,
¿por qué?,
quiero decirte algo importante,
no me preguntes más.
¿Llevamos el coche?,
Ni coche, ni carabina,
Hasta ahí podríamos llegar.

Quiero que sepas,
a la misma hora,
y en el mismo lugar,
un día 21 de septiembre,
como hoy, casi por casualidad,
lo siento, lo feliz que soy,
que también en el otoño de mi vida,
que acabo de estrenar,
mi amor es presente,
y sus hojas, mis sentimientos más firmes.

Por favor, sé puntual,
¿pero dónde?
¡Ah, y ponte guapísimo!
¿porqué?
porque quiero hacerme una foto a tu lado,
al atardecer,
con los últimos rayos de sol,
¿dónde?,
allí donde un día mis padres se la hicieron,
donde tú y yo nos conocimos,
en La Alameda del Tajo,
en ese paseo tan rondeño,
oliendo a celindas, rosas y más celindas
bajo ese cielo tan limpio,
casi como tu mirada,
¿te acuerdas?,
¿me lo estás preguntando,
me dejar hablar?,
te quiero por todo,
por lo que me das,
por lo que me niegas,
te quiero por saberte mía,
por sentirte tuyo,
por sorprenderte cada día.

Vestido con mis mejores galas,
acudiré a la cita
a las siete en punto,
como cada tarde,
pasearemos por nuestro jardín preferido,
como cada tarde.
También allí,
en La Alameda del Tajo,
me sentí muy hombre a tu lado.
Acudiré a la cita,
y ya te digo sí,
a todo lo que me pidas.

Carmen Rodríguez

PRIMORES

La otra tarde te ví,

Cuando regabas las rosas,

Tu cara siempre preciosa

me hizo felíz a mí.

LAS ROSAS:

Por sus tonos pastel,

por sus aromas delicados,

por sus bellezas innatas,

son dignas de un cartel.

CARTEL para las rosas,

cartel para unas jornadas,

Alameda con sus rosas

en su primera jornada.

Muchas personas con las rosas,

muchos jardines con primor.

Te invitan a estar en Ronda.

Te enseñan a querer la flor.

Rosas, rosas para todos “ROSAS”.

Fco. Pascual Ortiz
“Viejo”

Puesta de sol

La tarde escapa arrastrando

con su penacho escarlata;

en su huida la persiguen

cien mil arqueros de plata.

Corcel de crin infinita

se encarama en las montañas

y va purpurando el aire

con los cascos de sus patas.

Ronda morisca ya oculta

la cicatriz de su cara,

tajo sufrido en pelea

de mar y de piedra brava

Guadadalevín se despeina

entre la roca y el agua

con un runrún satisfecho

de gato de enorme zarpa.

Árboles de la Alameda

en surtido se desgranan

y amarillos mis recuerdos

se entrelazan con sus ramas.

La tarde ya se ha escapado

con su penacho escarlata

en su flanco tiene hundidas

cien mil espuelas de plata

Juan Manuel Vázquez Sentí

(“Aire Divino”)

Entrar a este vergel que es la Alameda
pulmón de puro viento que ésta ofrece
al borde de un balcón pétrea amanece
delante de un abismo en vista queda.

Paseando en su interior aroma a flores
el agua en su sonido que recoge
recuerdos e otro tiempo que te acoge
tajante como el pétalo de amores.

Acacia que derramas tu alma verde
di al fresno que si ha visto al platanero
dar sombra al pensamiento que se pierde.

Al arte siempre quieto de Romero
al pino que de alto el alma muerde
o al caro que delata al barrendero.

Valentín García Alonso
20.9.06